martes, 10 de febrero de 2009

EL MONO Y EL PEZ

En una selva supe la historia de un mono que allí vivía. El mono era conocido por su gran bondad y por su afán de ayudar a los otros animales de la región.
En aquel bosque tropical nunca hacía frío. Todo era tranquilo y el mono se paseaba de rama en rama buscando a alguien a quien ayudar.
Un día se acercó a un río y, como no sabía nadar, se quedó mirando maravillado sus aguas cristalinas. Vio entonces un pequeño pez que se paseaba en busca de alimento. El mono quedó entonces muy preocupado pensando que el pez tendría frío y podía morir ahogado en aquel río inmenso.
Ni corto ni perezoso, resolvió ayudar al pobre pececito. Arriesgándose, se puso encima de un tronco que flotaba hasta que consiguió agarrar el pez. Sintió entonces que el animalito estaba helado y pensó en el frío que el pobrecito habría pasado sin que nadie lo ayudase. Esto lo dejó muy satisfecho por su buena acción. Después de la operación de salvamento, creyó que podía ayudarlo más. Decidió entonces llevarlo para su árbol y calentarlo con su piel.
A la mañana siguiente, al despertar, vio que el pez estaba muerto. Se puso muy triste, pero no se preocupó demasiado, pues sabía que había intentado todo para ayudar a su amigo. Se consoló todavía más cuando concluyó que el pez seguramente había muerto debido a un resfriado que tal vez contrajo durante el tiempo que vivió en el agua, sin ayuda de nadie.

En estos días he aprendido que tenemos que dejar que cada uno viva su vida y así nos dejaran que nosotros vivamos la nuestra. Todo esta bien en el plan de Dios, y todos y cada uno de nosotros somos expresión perfecta de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario